lunes, 29 de junio de 2009

The last man.



Llueve otra vez. Miro por la ventana y el reflejo de la luz en el cristal no me deja ver lo que sucede en la calle. Pero que importa. Vea lo que vea, yo haré que no sea verdad. En mi mente todo es distinto a la realidad. Tal vez este loco. Quizás los demás estén locos. Nadie escucha mi voz. Ni cuando hablo en voz alta yo la escucho. Se que al final todo será silencio, pero yo llevo toda mi vida en silencio. Lo he decidido, hoy voy a bajar a la calle. No puedo, no se que habrá detrás de mi puerta. ¿Y si me pasa algo? ¿Y si me encuentro con alguien que me conoce? No se el tiempo que llevo aquí encerrado. Ni si quiera recuerdo donde estaba antes. Todo lo que recuerdo es estar junto a esta ventana, viendo llover. A veces la misma luz que me deja ver la calle es la que me ciega al reflejarse contra el cristal. Quizás este ciego. Escucho la música lejana de la calle en el salón. Ya no recordaba como era el sonido de las personas al andar, al hablar, al fundirse con la ciudad. Puede que haya olvidado el significado de las palabras, por eso no las entiendo. Debe ser eso. Tendré que volver a estudiar todo lo que aprendí de pequeño. Todo era más fácil antes. No, creo que hoy no saldré. No para de llover y no es probable que deje de hacerlo en todo el día. Quizás mañana salga el sol. Estoy casi seguro de que mañana saldrá el sol. Estoy seguro.

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